Colón y Cibeles transformados en Santos Gólgota y SepulcroLos peregrinos de la JMJ tenemos la oportunidad de venerar las representaciones de los lugares santos, de rememorar, gracias a estas impresionantes obras de arte de la imaginería española, los lugares de aquel sagrado camino regado con la sangre de Cristo, de recordar las estaciones, recorriendo aquellos santos momentos y lugares en una peregrinación espiritual de meditación, a través de la diversas formas en que la Pasión de Nuestro Señor es representada por toda nuestra geografía. los 5 continentes, con el mismo logo, la misma ilusión, el mismo regocijo y la misma Fe. Podemos comprobar que aún hay más gente que el día anterior. Se hace muy difícil llegar, como es nuestra intención, al paso conquense del Descendimiento, junto al cual queremos vivir el final del día. Tras recorrer el Vía Crucis, leyendo el texto del Via Crucis de la JMJ compuesto por las Hermanas de la Cruz, rezando las oraciones y realizando el apropiado acto de contricción, presenciamosFrancisco Pinto, El Despojado en representación de Granada, imagen de Manuel Ramos Corona, Jesús clavado en la Cruz, paso zamorano del s. XIX, y escoltado por la aplaudida y vitoreada Legión, el Cristo malagueño de la Buena Muerte, Cristo de Mena, por fin, los estremecedores y característicos estruendos secos y acompasados de las horquillas de los banceros del Santísimo Cristo de la Salud resonaran en Cibeles. Tras el Descendimiento, la Quinta Angustia, de Gregorio Álvarez, imagen titular de la Cofradía Penitencial de Ntra. Sra. de la Piedad de Valladolid, el Cadáver de Jesús de Segovia, obra del mismo autor, y cerrando el desfile procesional, que podemos atestiguar como realmente magno, la preciosa imagen sevillana de la Virgen de la Regla. tertulia literaria y reunión de intelectuales. Por fin llegamos hasta el Descendimiento, impresionante grupo escultórico de Luis Marco Pérez. Hubo que esperar hasta las 2 de la mañana para presenciar exhaustos y sedientos ―muchos espectadores pedían botellitas de agua a las cofradías, como, tras la Santa Cena de Salzillo, el malagueño Prendimiento con Judas y san Juan, de Antonio Castillo Lastrucci, Las Negaciones de San Pedro de Federico Collaut-Valera en representación de Orihuela, Los pasos madrileños del Cristo de Medinaceli y el Padre Jesús del Gran Poder, el Cristo de la Caída de Úbeda, obra de Mariano Benlliure, El Cirineo de León, el jerezano paso de La Verónica de
Ante esta espectacular Via Dolorosa de imaginería española reunida no nos cabe sino meditar con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos. Este Camino de Pasión, pero de resurrección al mismo tiempo, nos anima a cargar con las cruces de cada día, contemplando los pasos tallados de Jesús hasta su muerte en la Cruz. De nuevo, la amable, dulce, serena y a veces entrecortada voz del Santo Padre resuena para interpelarnos diciendo que la pasión de Cristo impulsa a sus seguidores a cargar sobre los hombros el sufrimiento del mundo, «con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes».
Oración del Papa a la Virgen en el Vía Crucis del madrileño Paseo de Recoletos
«Madre y Señora nuestra, que permaneciste firme en la fe, unida a la Pasión de tu Hijo: al concluir este Vía Crucis, ponemos en ti nuestra mirada y nuestro corazón. Aunque no somos dignos, te acogemos en nuestra casa, como hizo el apóstol Juan, y te recibimos como Madre nuestra. Te acompañamos en tu soledad y te ofrecemos nuestra compañía para seguir sosteniendo el dolor de tantos hermanos nuestros que completan en su carne lo que falta a la Pasión de Cristo, por su cuerpo, que es la Iglesia. Míralos con amor de madre, enjuga sus lágrimas, sana sus heridas y acrecienta su esperanza, para que experimenten siempre que la Cruz es el camino hacia la gloria, y la Pasión, el preludio de la Resurrección».
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